¿Problemas con Rodriguez, Toto? yo te gané una apuesta

Jorge «Toto» Da Silveira, cómo olvidar ese nombre. El dinosaurio del periodismo deportivo charrúa cometió una serie de exabruptos, por llamarlo de alguna forma, al dar una nota para un medio local hace unos días nada más. Sus palabras, cargadas de dinamita, hicieron explotar a los hinchas del popular Peñarol y a los propios directivos del club, ya que a punto de arruinarles una venta estuvo.

El «Toto» un hombre que con los años de periodista que tiene, es sabedor como todos los que trabajamos en el medio de manera seria, que no se deben «ventilar» ciertas cuestiones si no hay una garantía atrás, es decir, pruebas.

Peñarol estaba negociando con Benfica la transferencia de Jonathan Rodríguez, la cosa iba viento en popa, hasta que el periodista, contó determinadas intimidades y cayó todo por tierra.

Dijo cosas que son reales, palpables, que incluso nos hicimos eco, hasta ahí todo bien, pero el hombre prosiguió  «un muchacho que bebe» y que «ha tenido algunos antecedentes de controles internos de Peñarol, positivos», para luego tener que retractarse  «Pido disculpas por haberme hecho eco de una versión tan dañina no solamente para el jugador, sino para su familia y para el ser humano» dijo.

Da Silveira, repudiado por el club y por el sindicato de jugadores, ahora generó otro problema, ya que el sindicato de periodistas salió en su defensa, dejando la cosa muy picante.

Rodríguez, finalmente, fue vendido al fútbol portugués, pero muy por debajo de lo que el club tenía «cocinado».

En 1990 tuve la chance de conocer al «Toto» y tuvimos un «encontronazo» por llamarlo de alguna manera. Se trata de un hombre algo arrogante, totalmente creído que por formar parte de la élite del periodismo uruguayo, es dueño de la razón.

Yo tenía 18 años, y por aquellos tiempos vivía en Montevideo; participaba en la tribuna del programa «Polémica en el Deporte» conducido por Julio Sánchez Padilla, hombre que me dio muchos privilegios por ser hincha de El Tanque e incluso me daba el micrófono para que emita alguna opinión.

Tras acabar el programa, en una de sus ediciones, el «Toto» se me acercó y me dijo «no te hagas ilusiones, no suben». Sus palabras me irritaron sobremanera, pero salí de contra «¿quiere apostar algo?» se rió, apretó mi mano y aceptó la apuesta «simbólica».

Nos seguimos viendo, y mi equipo, no paraba de ganar. Da Silveira, insitía «no sueñes, van a perder en el cuadrangular final».  Seguí irritado, pero no perdí nunca la línea de conducta, pero sentía mucha rabia en mi interior.

Un día, había jugado El Tanque y empatado agónicamente con Basáñez, uno de los pocos que se atrevió a frenarlo. Los jugadores, en el vestuario, me reprocharon «Porqué no nos defendiste de lo que dijeron el Polémica», el tema es que a ese programa no pude ir porque había tenido un inconveniente y ellos comprendieron.

Volví al otro programa y crucé unas palabras, fuera del aire, con Sánchez Padilla, hombre temperamental que parecía llevarse al mundo por delante, pero se trataba de un buen tipo a quien recuerdo con cariño. El me decía «tienen equipo, pero no van a poder sostenerse». La coherencia suya me calmó «¡pero vamos a ser campeones!» repliqué.

Finalmente, y para hacerla tan larga. El glorioso equipo fusionado se impuso por 2-1 sobre Sudamérica aquel 3 de diciembre de 1990. Da Silveira, me dio la mano como un caballero y se retractó… como en la carta a Peñarol.

Foto: Montevideo.com.uy

Marcelinho Witteczeck

@lostribuneros

 

 

 

 

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